miércoles, 6 de octubre de 2010

Papel prensa y dictadura, por Jorge Lanata

fragmento de lo Publicado en “Critica de la Argentina” el 13 de abril de 2008

En 1976, a través de testaferros, Graiver controlaba la totalidad de Papel Prensa. El banquero, entonces de 35 años, murió en un confuso accidente de un vuelo privado que cubría el trayecto Nueva York-Acapulco. En David Graiver, banquero de los Montoneros Juan Gasparini relató el momento del traspaso de acciones: “Lidia, la viuda, fue convencida para firmar el preboleto de venta sin chistar. Reunió a Juan (el padre de David) y a Isidoro (su hermano).
Mordiéndose de rabia, les pidió que la acompañaran al solemne acto, celebrado en La Nación, en Florida entre Corrientes y Sarmiento, en el despacho del Dr. Bartolomé Mitre, a quien acompañaban Patricio Peralta Ramos de La Razón y Héctor Magnetto de Clarín, encontrándose también como invitado Máximo Gainza Castro de La Prensa”.
El traspaso a los tres diarios se firmó el 18 de enero de 1977. Después de ceder las acciones los miembros del Grupo Graiver fueron detenidos e intervenidos en todos sus bienes para evitar que algún reclamo de heredederos afectara la tenencia de Clarín y sus socios. El general Camps, jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires, efectuó personalmente las detenciones.
Los Graiver ni siquiera cobraron la cesión de las acciones. Gracias a gestiones de la dictadura, los diarios lograron dos créditos: del Banco Español del Río de la Plata y del Banco Holandés Unido sucursal Ginebra, por 7.200.000 dólares, a sola firma y sin avales. Años más tarde, ante el fiscal de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas, Magnetto declaró que el préstamo tuvo un aval de una papelera internacional, pero se negó a ratificarlo por escrito a pedido del fiscal.
En mayo de 1977, en una solicitada publicada en su tapa, Clarín, bajo el título “A la opinión pública” dio su versión de la compra de Papel Prensa, aclarando que “la transacción se celebró a la luz pública y con el consentimiento previo y posterior del Estado”, algo que se hizo –decía– “resguardando el abastecimiento para todos los diarios de su principal insumo, en defensa de la libertad de prensa, de conformidad con una centenaria tradición argentina y respetando uno de los soportes de nuestro estilo de vida”. El primero de agosto de 1978, en la tapa de La Nación, puede verse una fotografía cívico-militar de inauguración de la planta.


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